Desde el Anillo hasta La Coronilla

[Aunque no es un texto que hable directamente de cuestiones de vuelo, recupero y publico este escrito que preparé hace unos años con motivo de alguna conferencia que impartí. Hablo de urbanismo y de mis experiencias en las periferias, degradadas o arregladas. Dentro de poco volveré a México con la selección nacional a participar en el XX Mundial de Ala Delta, a celebrar en Valle de Bravo, Temascaltepec, durante los meses de febrero y marzo de 2015. El vínculo con México y sus habitantes comenzó bastante antes, y no precisamente por cuestiones de vuelo]

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Si tuviera que convencer a la princesa Mononoke[i] de que el ser humano, aunque contradictorio en exceso, merece una nueva oportunidad, le llevaría de viaje a través de mis paisajes recientes. Un viaje entre gentes y lugares, reflexiones en torno a la dignidad y la identidad de las personas en la ciudad. Percepción de lo público, derechos y anhelos sociales. Imaginemos:

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Empezamos el viaje princesa,

el Anillo, ¡oh! que bonito

Pajarillos pío pío. Zapatillas blancas y jerséis en la cintura. Las señoras van en grupo, sin parar de hablar, sin parar de andar. También hay jubilados, alguno con sus palos del golf dando golpes a la pelotita. Y bicis, muchas. Parece que aquí nadie trabaja. En cualquier dirección, al norte, sur, este y oeste, en la periferia de la ciudad de Vitoria nos encontramos con gente paseando, caminando sin parar. Y también encontramos, aunque más escondidos, al visón europeo, en peligro de extinción, algún zorro, patos cuchara y gansos, junto al zampullín chico, al martín pescador, avetorillos, cigüeñas e incluso al más buscado, el carricerín cejudo[ii], que se hincha a comer en los carrizos de los humedales de Salburua, para poder luego seguir viaje más allá del desierto del Sahara, en África.

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Estamos en el Anillo Verde de Vitoria, una red de parques periurbanos que rodean a la ciudad, donde el acondicionamiento para el uso público mediante caminos, zonas de estancia y equipamientos públicos diversos intenta armonizarse con espacios de alto valor ecológico. Ecotonos[iii], ricos y sorprendentes. Y todo esto en una ciudad de más de 240.000 habitantes, donde los movimientos especulativos de carácter urbanístico no son muy diferentes al del resto de ciudades de tamaño medio en España. La presión urbanística ha sido y es muy fuerte, en una ciudad con un Plan General que en el año 2000 dictaba el crecimiento de 30.000 viviendas en los nuevos bordes de la ciudad.

¿Como es posible entonces encontrar unos espacios de semejante calidad en la periferia de la ciudad?, ¿o poder caminar desde el centro histórico de carácter medieval, atravesar los nuevos barrios, adentrarnos en los quejigales del bosque de Armentia y acabar en un hayedo habitado por jabalíes, en un paseo sin interrupciones de apenas 30 minutos?, ¿acaso no hay polígonos industriales, circunvalaciones o autovías, basureros, cloacas y ríos sucios?

Si que los hay, pero una larga tradición en planeamiento urbanístico bien regulado y ordenado, y una institución municipal como el CEA[iv], han permitido consagrar estos espacios en la periferia, permitiendo armonizar el crecimiento de la ciudad con la recuperación y permanencia de estos lugares, mitad parques públicos mitad espacios naturales. Pero todo es cambiable. En julio de 2007 una nueva corporación municipal estrenaba alcaldía y provocaba el desmantelamiento de la dirección del CEA, corroborando así la idea de fragilidad e incertidumbre que soporta el territorio que circunda nuestras ciudades.

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Sin embargo la garantía de supervivencia de estos espacios periurbanos ya consolidados en Vitoria recae, no ya en valores objetivos de índole ecológica ni en aciertos e iniciativas de dirigentes políticos ni técnicos entusiastas, sino en el uso que el ciudadano hace de ellos. En la medida en que el usuario haga suyo estos lugares, y en la medida en que exista conciencia colectiva sobre la identidad del Anillo Verde como espacio público del ciudadano, su futuro estará garantizado. Y esto es lo más difícil, en una ciudad como Vitoria donde el habitante pide y pide, pero pocas veces promueve y reivindica. Estado de bienestar.

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Y ahora volemos a México princesa.

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Escribía yo: “[…] y la gente…, es realmente amable, cariñosa y hospitalaria, excepto en el hotel, no he tenido ningún problema y he conocido a mucha: Lupita y sus hijas Marilín, Gabi y Maite, con las que subí al pico Chupinaia de 2900 m. al borde del lago Chapala, que da de beber a la ciudad y se seca; Carlos, Gerardo y la gente de «tu techo mexicano» que trabaja en viviendas marginales; el capitán Vargas, jefe de los guardabosques que está enamorado de la Barranca; Francisco, patriarca de la Colonia marginal de El Mirador Escondido, y sus vecinos la india María soledad, Gabriel e Ismael; Enrique, Irma, Yolanda, ingeniero y biólogas de Urbis, una constructora que está especulando y edificando miles de viviendas dentro del espacio natural de la Barranca; José y la mansión de narcotraficantes de su suegro, con capilla consagrada incluida; Maria Paula y su esposo Andrés, arquitecto de diseño con mansión en la mejor área residencial de la ciudad; el Chato y su cabaña perdida en el Bosque de la Primavera… y el tequila, la cerveza michelada, el agua de tamarindo, las tortillas de maíz, el mole, las tortas ahogadas, el chile, el chile ,el chile…” en octubre de 2007, ciudad de Guadalajara, estado de Jalisco, en México.

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Un área metropolitana de más de cuatro millones de habitantes, donde prácticamente no existe vivienda en altura y todo se desarrolla en planta baja. Ciudad desparramada donde no se dibujan los pasos de cebra y donde cualquier desplazamiento es kilométrico y depende del coche. Y su centro majestuoso y colonial, que se pudre, sus parques históricos, espacio público superviviente. Y su mercado, que bulle.

Esta ciudad salvaje está rodeada de paraísos naturales, al este el Bosque de la Primavera, donde los robles tienen hojas tamaño dinA3, al sur el Lago Chapala, lugar de retiro de norteamericanos y canadienses rollizos y adinerados, y al nordeste La Barranca, La Barranca del Río Grande de Santiago. Allí volé de la mano de Marilín y Miguel Ángel, de redIALA[v].

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La Barranca es un espacio majestuoso. Barranco, río, bosque, hasta quinientos metros de desnivel desde arriba, la ciudad, hasta abajo, el río. Por medio un bosque tropical y varios ecosistemas superpuestos. Y la cloaca de la ciudad. Las aguas fecales vierten directamente al río, solo un tratamiento primario de decantación para permitir el aprovechamiento hidroeléctrico del salto existente. El río está muerto, en febrero de 2008 un niño murió intoxicado tras caer al río. La ciudad se revolvió.

Y arriba la ciudad. Colgados, sobre terrenos inestables y contaminados crecen asentamientos irregulares de decenas de miles de viviendas, más allá del cinturón periférico de cincurvalación. Son las colonias, los barrios marginales. Autoconstrucción. A base de ladrillos de barro cocido mediante hornos improvisados. Las ladrilleras, como les llaman, están prohibidas debido a la alta contaminación que producen los neumáticos quemados que utilizan como combustible. Poco importa, el humo jalona toda la periferia de la ciudad, y junto con el aprovechamiento y reciclaje improvisado de los grandes basureros de la ciudad supone uno de los pilares más importantes de la economía sumergida.

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Y una de esas colonias es La Coronilla. Y junto a La Coronilla, aún más marginal y perdida, justo encima de La Barranca, está la colonia de El Mirador Escondido. Allí trabajamos, junto a la india María Soledad, Sol, nuestra guía. En el Mirador Escondido no existe espacio público, no hay urbanización. El espacio urbano no se considera un derecho, sino más bien un anhelo, una pretensión, que empieza por las necesidades básicas de infraestructuras de abastecimiento de agua y saneamiento, inexistentes. Asomándome a alguna de las infraviviendas parecía como si aquello fuera una pocilga oscura y húmeda con cerdos asustados mirándome desde la penumbra, pero no, eran niños.

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 Es paradójico, o al menos sorprendente para un europeo, que en esas condiciones la dignidad como ciudadano y el sentido de pertenencia a ese lugar son conceptos muy desarrollados y arraigados en sus habitantes, que luchan continuamente por no perderlos.

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Volvemos, marginalidad también aquí al lado.

“loli te kiero”

Exclusión y marginalidad en áreas urbanas donde un muro invisible separa barrios enteros. En San Roque, un barrio de Badalona, junto a Barcelona. Basta cruzar una calle de apenas diez metros para cambiar de mundo. Hace medio siglo inmigrantes de otras regiones de España desplazaron a los habitantes originales, ahora ellos son los autóctonos, que están siendo desplazados por inmigrantes extranjeros, y denuncian la degradación ambiental y social que este fenómeno produce en el barrio.

La imperiosa necesidad de pertenecer a un lugar, de tener una identidad[vi] propia se hace aquí más patente que en ningún otro lugar que yo conozca. Y de forma literal: las paredes, los árboles, semáforos, señales y farolas del barrio están completamente grafiados. Los habitantes del barrio escriben sus nombres en todas partes, como si con este ritual fueran bautizados y formaran ya parte de una comunidad. Es un acto ingenuo pero revelador y lleno de fuerza expresiva. Las ciudades tienen una gran virtud, que se mantiene por muy degradadas que las encontremos: otorgan identidad a sus habitantes, y la identidad puede sustentar la dignidad, tan necesaria para desarrollarnos como seres humanos.

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Las mujeres de dones i barris en xarxa me mostraron, de la mano de Brot Urba [vii], la verdadera dimensión del trabajo de integración social y cohesión ciudadana que hay que llevar a cabo si pretendemos hacer ciudad.

¿Qué decíamos del bonito Anillo de Vitoria…?

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Y ya está princesa.

Yon Bárcena Ortiz de Urbina, arquitecto, en Apnea, 2008

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[i] Espíritu vengador. Protagonista de la película de animación “LA PRINCESA MONONOKE” (1997) del japonés Hayao Miyazaki. Simboliza la protección de la naturaleza frente a la acción devastadora del ser humano.

[ii] Ave paseriforme de apenas 12 gramos de peso, El carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola) está catalogado como una especie Globalmente Amenazada. Es una de las 30 especies europeas para las que ha sido preparado un Plan de Acción para su conservación

[iii] Lugar donde los componentes ecológicos están en tensión; zona de transición entre dos o más comunidades distintas

[iv] Centro de Estudios Ambientales, promotor de la idea del Anillo Verde de Vitoria. http://www.vitoria-gasteiz.org/cea/es

[v] redIALA es una asociación creada dentro de la Universidad Politécnica de Cataluña dedicada a construir un espacio que ayude a plantear alternativas al conocimiento arquitectónico y urbanístico de Latinoamérica desde la documentación, la investigación y la docencia. http://www.rediala.org

[vi] Del diccionario: conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás

[vii] Grupo de investigación y acción urbana que organizó en febrero de 2008 las jornadas teórico-prácticas de desarrollo comunitario medioambiental en el barrio de Sant Roc, en Badalona

por Yon Bárcena